Las huellas de mi existencia reflexiva.
Las huellas de mi existencia reflexiva : Reflexiones en una playa de Oaxaca.
"El peor laberinto no es esa forma intrincada que puede atraparnos para siempre, sino una línea recta única y precisa." Jorge Luis Borges.
En medio de una playa oaxaqueña, un hombre camina lentamente con su perro, al borde del mar. Después de una larga caminata, los dos amigos llegan al final de la playa y se detienen. El perro se acuesta, mientras el hombre comienza a caminar en círculos, mirando al suelo, trazando con sus huellas formas en la arena, como si esperara que algo se resolviera en esos pasos repetidos. El perro, fiel compañero, lo espera con calma, como si estuviera acostumbrado a que su dueño repitiera a menudo este ritual.
Finalmente, el hombre se detiene y levanta la mirada, dirigiéndola hacia el horizonte, a través del inmenso mar, como buscando respuestas en el vaivén de las olas. Nunca sabré qué encontró o si sus pensamientos hallaron alguna solución. Quizá la respuesta quedó flotando en el aire, o tal vez el simple acto de detenerse frente al océano fue suficiente para alcanzar un momento de realización. Aquel instante quedó marcado por sus huellas en la arena, como un testimonio silencioso de esa búsqueda íntima e inexplicable. Eventualmente, este testimonio desaparecerá, cuando el mar y el viento borren sus huellas. Por eso, dejo aquí un testimonio más duradero, congelado en mi lente, de lo que fue ese instante reflexivo en una larga vida.
Las huellas de mi existencia reflexiva : Reflexiones en una playa de Oaxaca.
"El peor laberinto no es esa forma intrincada que puede atraparnos para siempre, sino una línea recta única y precisa." Jorge Luis Borges.
En medio de una playa oaxaqueña, un hombre camina lentamente con su perro, al borde del mar. Después de una larga caminata, los dos amigos llegan al final de la playa y se detienen. El perro se acuesta, mientras el hombre comienza a caminar en círculos, mirando al suelo, trazando con sus huellas formas en la arena, como si esperara que algo se resolviera en esos pasos repetidos. El perro, fiel compañero, lo espera con calma, como si estuviera acostumbrado a que su dueño repitiera a menudo este ritual.
Finalmente, el hombre se detiene y levanta la mirada, dirigiéndola hacia el horizonte, a través del inmenso mar, como buscando respuestas en el vaivén de las olas. Nunca sabré qué encontró o si sus pensamientos hallaron alguna solución. Quizá la respuesta quedó flotando en el aire, o tal vez el simple acto de detenerse frente al océano fue suficiente para alcanzar un momento de realización. Aquel instante quedó marcado por sus huellas en la arena, como un testimonio silencioso de esa búsqueda íntima e inexplicable. Eventualmente, este testimonio desaparecerá, cuando el mar y el viento borren sus huellas. Por eso, dejo aquí un testimonio más duradero, congelado en mi lente, de lo que fue ese instante reflexivo en una larga vida.
Las huellas de mi existencia reflexiva : Reflexiones en una playa de Oaxaca.
"El peor laberinto no es esa forma intrincada que puede atraparnos para siempre, sino una línea recta única y precisa." Jorge Luis Borges.
En medio de una playa oaxaqueña, un hombre camina lentamente con su perro, al borde del mar. Después de una larga caminata, los dos amigos llegan al final de la playa y se detienen. El perro se acuesta, mientras el hombre comienza a caminar en círculos, mirando al suelo, trazando con sus huellas formas en la arena, como si esperara que algo se resolviera en esos pasos repetidos. El perro, fiel compañero, lo espera con calma, como si estuviera acostumbrado a que su dueño repitiera a menudo este ritual.
Finalmente, el hombre se detiene y levanta la mirada, dirigiéndola hacia el horizonte, a través del inmenso mar, como buscando respuestas en el vaivén de las olas. Nunca sabré qué encontró o si sus pensamientos hallaron alguna solución. Quizá la respuesta quedó flotando en el aire, o tal vez el simple acto de detenerse frente al océano fue suficiente para alcanzar un momento de realización. Aquel instante quedó marcado por sus huellas en la arena, como un testimonio silencioso de esa búsqueda íntima e inexplicable. Eventualmente, este testimonio desaparecerá, cuando el mar y el viento borren sus huellas. Por eso, dejo aquí un testimonio más duradero, congelado en mi lente, de lo que fue ese instante reflexivo en una larga vida.