Entre rostros y burbujas.

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Entre rostros y burbujas: Ecos del Día de Muertos.

“De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas" Salvador Dalí.

En medio del flujo de gente y la energía que caracteriza la marcha anual del Día de Muertos en el Ángel de la Ciudad de México, surge un inesperado respiro. Entre la multitud y el caos, se abre un instante pintoresco y surrealista. Burbujas flotan a través del aire, guiando la mirada hacia una familia que vende juguetes y lanza burbujas. Cada miembro parece inmerso en su propio mundo: la madre sujeta el lanzador de burbujas con una mueca pensativa, la niña pequeña sostiene un enorme juguete con ojos de asombro, mientras el niño mayor parece indiferente, envuelto en su propia burbuja de distracción.

De fondo, los muros grafiteados del Ángel de la Independencia muestran mensajes feministas como “México Feminicida”, evidenciando la lucha y el dolor que coexisten con esta escena cotidiana. Los rostros de los personajes, como si pertenecieran a diferentes historias, crean una imagen casi onírica, donde las expresiones parecen congeladas en el tiempo, desafiando el dinamismo de su entorno.

Este contraste entre lo lúdico y lo trágico, entre lo familiar y lo político, encapsula el surrealismo intrínseco de la Ciudad de México, donde las contradicciones forman parte de la vida diaria. Un lugar donde el caos y los contrasctes forman la cotidianidad.

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Entre rostros y burbujas: Ecos del Día de Muertos.

“De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas" Salvador Dalí.

En medio del flujo de gente y la energía que caracteriza la marcha anual del Día de Muertos en el Ángel de la Ciudad de México, surge un inesperado respiro. Entre la multitud y el caos, se abre un instante pintoresco y surrealista. Burbujas flotan a través del aire, guiando la mirada hacia una familia que vende juguetes y lanza burbujas. Cada miembro parece inmerso en su propio mundo: la madre sujeta el lanzador de burbujas con una mueca pensativa, la niña pequeña sostiene un enorme juguete con ojos de asombro, mientras el niño mayor parece indiferente, envuelto en su propia burbuja de distracción.

De fondo, los muros grafiteados del Ángel de la Independencia muestran mensajes feministas como “México Feminicida”, evidenciando la lucha y el dolor que coexisten con esta escena cotidiana. Los rostros de los personajes, como si pertenecieran a diferentes historias, crean una imagen casi onírica, donde las expresiones parecen congeladas en el tiempo, desafiando el dinamismo de su entorno.

Este contraste entre lo lúdico y lo trágico, entre lo familiar y lo político, encapsula el surrealismo intrínseco de la Ciudad de México, donde las contradicciones forman parte de la vida diaria. Un lugar donde el caos y los contrasctes forman la cotidianidad.

Entre rostros y burbujas: Ecos del Día de Muertos.

“De ninguna manera volveré a México; no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas" Salvador Dalí.

En medio del flujo de gente y la energía que caracteriza la marcha anual del Día de Muertos en el Ángel de la Ciudad de México, surge un inesperado respiro. Entre la multitud y el caos, se abre un instante pintoresco y surrealista. Burbujas flotan a través del aire, guiando la mirada hacia una familia que vende juguetes y lanza burbujas. Cada miembro parece inmerso en su propio mundo: la madre sujeta el lanzador de burbujas con una mueca pensativa, la niña pequeña sostiene un enorme juguete con ojos de asombro, mientras el niño mayor parece indiferente, envuelto en su propia burbuja de distracción.

De fondo, los muros grafiteados del Ángel de la Independencia muestran mensajes feministas como “México Feminicida”, evidenciando la lucha y el dolor que coexisten con esta escena cotidiana. Los rostros de los personajes, como si pertenecieran a diferentes historias, crean una imagen casi onírica, donde las expresiones parecen congeladas en el tiempo, desafiando el dinamismo de su entorno.

Este contraste entre lo lúdico y lo trágico, entre lo familiar y lo político, encapsula el surrealismo intrínseco de la Ciudad de México, donde las contradicciones forman parte de la vida diaria. Un lugar donde el caos y los contrasctes forman la cotidianidad.